Mil platos
Por Nano Barbieri
Gritalo más fuerte porque con cada gol que conviertan en la Copa, DirecTV dona mil platos de comida para toda América Latina. Palabras más, eufemismos menos, el relator de la Copa arenga con esta consigna en cada uno de los juegos. La letra chica avisa que incluye los goles por tiros desde el punto de penal, que presumimos serán muchos. Más goles, más platos de comida. Lo escuché decenas de veces en los primeros partidos del torneo, sin sorpresa, casi con indiferencia, mientras miraba jugar a Argentina. Porque jugamos bien, tenemos la pelota, y cuando no, defendemos aguerridos. Me identifica el equipo, es humilde en su presentación. Gritalo más fuerte, repetía la publicidad. ¿Doble cinco? Y sí, a veces sí. Doble cinco y qué. Mil platos por cada gol, para alguien que lo necesite en Latinoamérica. Parecen muchos, mil platos. Contra Bolivia fueron cinco mil platos de comida. Cuatro mil fueron nuestros.
Fue esa noche, jugando contra Bolivia, mientras Messi caminaba sobre una alfombra hecha a su medida, que me llegó un mensaje de N.: ¿Estás viendo el partido? ¿Escuchaste lo de los platos de comida? No se hace una promo con eso. Fue un baldazo. No sabría decir si me incomodó más la certeza de la banalización de la pobreza o mi propia desconexión con esa evidencia. ¿Cómo no me había dado cuenta? ¿En qué lugar de la cabeza entraba y salía esa información sin filtrar? ¿Cómo no me había hecho el ruido suficiente esa descarada promoción de un circo romano del hambre?
En el mundial 2018 y la Copa América de 2019, DirecTV -a través de su ONG Generación DirectTV- donó a American Powerchair Football Confederation 100 dólares por cada gol convertido. Pero para este año, ese difuso concepto de solidaridad llamado Responsabilidad Social Empresaria, trastocó los aportes de modo de volverlos más visibles y efectivos en función de su retribución simbólica. Ya no van a ser los dólares impersonales, sino que ahora la compañía aportará 1000 platos de comida a la Red Global de Banco de Alimentos para distribuir en Latinoamérica. Un plato para cada persona hambreada, aunque condicionada al hecho de que los futbolistas consigan romper las redes de los arcos. ¿Qué pasaba con los platos de comida si el partido empataba en cero? ¿Debemos suponer que, si el partido terminaba en cero, aquellos cinco mil platos de comidas quedaban guardados por acción del azar? ¿Era necesario el giro lúdico para una actividad enfocada nada menos que en el hambre?
No es la acción solidaria, sino la propia retórica de la colecta lo que la invalida. No ya la falta de referencia o de reflexión sobre causas del hambre ni de la desigualdad, o de la pobreza como creación humana, en palabras del multicitado Mandela. No hay expectativas en ese sentido durante un partido de fútbol. Pero la lotería de la vida, esa figura estática de las condiciones de vida en las que se nace, se vive y muere según la suerte de origen, no hace más que inactivar toda idea de transformación. Ojalá tengan la suerte de “ganar” un plato de comida.
La socióloga Alicia Gutierrez sostenía que los acercamientos a la pobreza con frecuencia responden más a lo que los pobres tienen para dar que a aquellas cosas que tienen en falta. En este caso, no hay dudas: un juego, una publicidad y la impalpable mercancía de la banalidad del bien.