Una vida para si misma
Por Lu Gaitán
En India, el aborto es legal y el misoprostol es baratísimo. India está lejos de ser el paraíso feminista, pero el aborto es legal desde 1971 hasta la semana 20. ¿Cuáles son las razones por las que las mujeres abortan en India? Más allá de los motivos personales, en India no podés saber el sexo biológico antes del nacimiento porque muchas mujeres interrumpen sus embarazos al enterarse de que van a tener una hembra. Incluso, hay múltiples relatos e historias de bebas recién nacidas asesinadas o abandonadas al nacer. ¿Por qué? Porque son un gasto: cuando una mujer se casa, su familia tiene que pagarle a la familia del marido una dote (dinero o bienes). Imaginate esto en una familia de bajos recursos con una o más de una hija. Las mujeres también abortan porque sus maridos no quieren usar preservativo y están sometidas al abuso y la violencia doméstica.
India es un país machista y patriarcal, aunque su mitología y su religión oficial, el hinduismo, están construidas sobre la base de la energía sagrada femenina, también llamada energía shakti. Más allá de si considero pertinente seguir usando estas categorías de femenino/masculino (spoiler alert: quedaron viejas), la experiencia de visitar y quedarme en India por unos meses en el 2019/2020 y en el 2011 me resultó igual de fascinante que compleja. Desde hace un tiempo a esta parte, vengo prestándole atención a las diosas, vírgenes y entidades de cada religión y cultura, porque entiendo que son arquetipos que manejan nuestro accionar, nuestro modo de pensar y de sentir desde las profundidades del inconsciente colectivo y personal, por supuesto. En ese sentido, Kali es una diosa hindú, una de las manifestaciones de la energía shakti, que a su vez se manifiesta en otras diosas mujeres del híperpoblado panteón hindú (Lakshmi y Durga son las versiones más suaves y benévolas de shakti).
Kali es la diosa mujer que se enoja, que tiene la capacidad para destruirlo todo y solamente se calma cuando baila hasta quedar agotada o cuando se encuentra con su partenaire Shiva, el dios de la destrucción. Kali y Shiva son la versión hindú de la energía plutoniana/escorpiana, energía a la cual le tenemos aversión. Bueno, a algunas formas, porque otras están naturalizadas: los asesinatos, las guerras y los abusos de poder en todas sus manifestaciones forman parte de nuestra vida cotidiana.
Kali es la diosa que trae la destrucción, o sea la muerte. Shiva es su versión masculina. Ambos son venerados y adorados en India, igual que lxs otrxs dioses aptos para el estómago y la psiquis de los occidentales, que solamente queremos que todo fluya, como Ganesha, el dios elefante de la buena fortuna. Kali y Shiva son lxs dioses que traen la muerte o la destrucción de todo lo que no sea verdadero y son también la fuente de todo lo que existe. Vida y muerte vienen con estos dioses. Entonces, me pregunto: ¿no es esta una forma simbólica de darle sentido al rechazo que una mujer puede tener ante un embarazo no deseado? ¿Y qué tal si toda la visión que la cultura hindú tiene sobre la muerte habilita la posibilidad de que un aborto sea algo más en el menú de experiencias que atravesamos lxs seres humanxs y no una experiencia traumática?
Hablamos mucho sobre el trauma post aborto: es una práctica que se realiza en secreto en Argentina y en unos cuantos países. La clandestinidad pone carga más que la que saca. Nuestra cultura cristiana considera que la sexualidad es solo para la reproducción y, sobre todo, la sexualidad de las mujeres y personas menstruantes, porque la sexualidad del varón cis se mide con otra vara. Recordemos que María queda embarazada del Espiritu Santo, que se manifiesta a través de una paloma, que al parecer le pide algo parecido a su visto bueno para gestar y parir al hijo de Dios. No sé qué tanto consentimiento podés dar a una figura de autoridad como el Dios omnipotente y patriarcal del judeocristianismo. Entonces, el aborto nos enfrenta a la sexualidad, ya no solo como la fuerza capaz de dar vida en sentido literal, sino que puede ser fuente de placer y disfrute.
Tal vez uno de los problemas que tenemos como sociedad con el aborto no sea solo que una mujer o persona menstruante quieran vivir su sexualidad libremente, sino que además tenemos un tabú fuerte con la muerte y los finales. El hinduismo, la religión/filosofía mayoritaria en India, tiene esta idea de la reencarnación: si morís, volvés a este plano de otra manera. Esto, que puede ser utilizado como el opio que adormece a los pueblos para que nunca se revelen ante un sistema profundamente desigual y opresivo (está la promesa tácita de que, si ahora sos pobre, en la próxima serás ricx o si sos pobre ahora, bancátela porque estás pagando algo que hiciste en una vida pasada), también tiene una llave simbólica que nos permite pensar nuestras experiencias desde otra perspectiva. ¿Y qué tal si el aborto fuese un momento más en la vida de una mujer o persona menstruante? Después de todo, los ciclos atraviesan nuestro cuerpo desde la primera menstruación. Todo el tiempo estamos atravesando inicios y finales.
La ciencia puede decir que la vida empieza en este momento o en el otro y eso ayuda a los efectos de establecer una legislación, pero ¿qué pasa internamente? Ahí entran los símbolos, el de Kali por ejemplo, que tiene algo parecido a Lilith. Las dos son furiosas y muy sexuales. Astrológicamente, podríamos encontrar que el mito y las cualidades de Kali pueden estar presentes en Lunas en aspecto a Marte y/o Plutón o alguno de estos dos en la casa 4. También Lunas en Aries y Escorpio. El aborto puede ser el nacimiento de otra creación: una vida para sí misma. Algo muere y renace en otra forma.
India también es el país del tantra, el que considera que para las mujeres y personas con utéro hay un acceso a la divinidad más fácil y accesible. ¿Será que esta cualidad de lo sagrado nos termina dejando en casa porque de ese modo nuestra conexión divina está protegida? Es probable que esto así sea también. Mientras tanto, en el norte de India, miles de personas se sacan selfies en los templos donde hay esculturas ancestrales de orgías. Todes cogiendo con todes. Un país y una cultura hipercontradictorias, pero ¿quién no tiene las suyas?